Ayer, en una de las típicas conversaciones con mi hermano Nicolás, jugábamos con la idea de lo que un entendido en marketing llamaría hipersegmentación del mercado del entretenimiento, es decir, en cristiano, que cada vez es más común encontrar gente que comparte solamente una fracción de nuestras preferencias en cuanto a entretenimiento.
Hasta no hace mucho, en Montevideo habían 4 canales de televisión, y media docena de radios FM. Cualquier cosa medianamente relevante que fuera emitida por alguno de esos medios, era invariablemente comentada al día siguiente en el ámbito laboral o estudiantil. Salvo en la época de las restricciones de energía eléctrica, donde aquellos apagones programados, nadie se salvaba de estar expuesto a la misma información que el resto de los mortales. La tele era una única tele, y nosotros la consumimos toda.
La aparición de, el cable, el MP3 y el ADSL, en orden cronológico, fueron aniquilando esta uniformidad cultural de la que goza nuestra generación. Uno puede preguntarle a cualquiera cómo se llamaba el más malhumorado de los osos gummis, y casi todo el mundo podrá contestar Gruffy, poniendo cara de «vos me tomás por gil?«. Y no es para menos, hay que haber vivido en otro país, o en una caja de zapatos, para desconocer al Pajarito Amarillo de Cacho Bochinche, o la lista de la 100.3. Si uno no conoce alguno de estos íconos de nuestra infancia o adolescencia, es un alienado.
Sin embargo, y a pesar de que sea algo difícil de imaginar, al menos a mí me cuesta el ejercicio, esto ya no es más así. Los gurises de ahora tienen infinitamente más opciones que nosotros a la hora de consumir entretenimiento, y eso va en aumento. Dentro de, digamos unos 10 años, cuando un recién ingresado a la universidad, intente bromear con alguno de sus congéneres acerca de Bob Esponja para romper el hielo, seguramente no le va a extrañar tanto que sus compañeros no lo conozcan más que por el nombre. «Yo no miraba Nickelodeon«, le espetarán, «en casa teniamos TVC, así que veía el Cartoon Network, además, nunca me gustó si no, lo hubiese mirado por internet«.
Si bien este ejemplo, el de la «cultura pop infantil» es muy evidente, está lejos de ser toda la historia. Este fenómeno, abarca todos los aspectos del entretenimiento, y evidentemente, no solo afecta a los niños de ahora sino a toda la sociedad.
Voy a dar un ejemplo sencillito de esto. Yo conocí la existencia de south park gracias a que me prestaron un cd con una copia pirata de su primer largometraje. Acá, en Uruguay, no había y creo que sigue sin haber, ningún medio de comunicación legal que transmita esa serie de televisión. No obstante esto, yo ya he visto prácticamente todos los capítulos de las 8 temporadas, y estoy esperando ansiosamente el 27 de este mes, día que recomienza la actual en USA. ¿Qué significa esto? Que parte del bagaje de cultura pop que poseo, no es compartido con la mayoría de la gente que conozco, no puedo hacer chistes con eso y pretender que todo el mundo me entienda.
Casos como este, puedo citar muchos, por ejemplo, con respecto a la música, e incluso a las noticias que leo. Porque esto no solo se circunscribe al entretenimiento sino a toda la información a la que nos exponemos (piensen en indymedia, o incluso en este blog ¿Cómo le van a comentar a alguien las cosas que leyeron acá sin explicarles que es este sitio, y porque lo leen?)
En mi opinión, en el centro de todo esto, está la capacidad que ahora tenemos de escoger, casi sin restricciones, que contenido vamos a consumir. Ya no existe el impedimento físico al acceso de información. Si a uno le cuelga el manga, y le gusta el punk rock neozelandés, puede pasar el resto de su vida sin tener que fumarse películas de Ben Affleck o hip hop. El poder de elegir es suyo. Y algunos comerciantes ya se dieron cuenta de eso, otros no.
Esto tampoco es enteramente nuevo. Desde hace muchos años, uno pude leer los libros que quiera, y siendo socio de cinemateca, ver el cine que más le venga en gana. Incluso, de vez en cuando, surgen radios que explotan algunos nichos, con relativo éxito comercial. La escala, y que esto pase con todos los medios de comunicación es, sin embargo, sin precedentes.
Se pueden sacar muchas conclusiones, o hacer una gran cantidad de hipótesis acerca del efecto que esto tiene y tendrá en la sociedad y la economía. No voy a abundar ahora en las mías, porque este post ya es muchísimo más largo de lo recomendable, si pretendo que alguien lo lea.
Simplemente voy a decir que fenómenos como el de Ignacio Alcuri, en el futuro, es muy difícil que puedan existir.
Se tornó Existencialista el Blog!! Me gusta! Me gusta! :)
Al que le interesa el tema…
http://piedralaire.blogspot.com/2004/09/libertad-para-elegir-quien-quiero-ser.html
Honestamente, dudo que existencialista defina el post :)
Sin embargo, es cierto que ese texto rompe un poco con lo que venía siendo este espacio hasta ahora, y supongo que vendrá más contenido de esta calaña, en realidad no puedo, ni quiero, asegurarlo.
Todo es sectorizado. Inclusive los libros de Alcuri (solo conozco a dos personas que lo conocen… Y más allá de que halla o no Internet, los medios, etc. conseguir las cosas no siempre es tan facil.
Tiene mucho que ver si! Ojalá que sigan viniendo cosas del estilo.
«El hombre está condenado a ser libre» (Sartre).
Jaj, cometí un error directamente relacionado con el fenomeno que quería ilustrar.
Cuando me referí al «fenomeno de Ignacio Alcuri», lo hice pensando en que uno de los pilares de su humor es el de hacer constantes referencias a íconos de nuestra infancia. Y es eso lo que creo que va a ser bastante dificil de reproducir.
El error fué usar como argumento, algo que conocemos muy pocos, en comparación con la audiencia de este sitio ;)
Ooooooh, Dios !!!! puede alguien pensar en los niños ?????
El oso gummy se llamaba grofy, no gruffy, y era gruñón, no malhumorado.
Todo esto de la globalización es un invento yanqui !!!! Malditos capitalistas !!!!
Gruffi sería gruñon en vez de malhumorado, pero seguro que se llamaga Gruffi.
Google that my friend.
Vos porque sos un maldito anglo pensante.
Según la traducción mexicana, la cuál nos acompaño durante toda nuestra niñez, es grofy. No me vengas con tecnologías del siglo XXI para demostrarme la correctitud de nombres de dibujos animados del siglo XX.
Prometo que este es mi último post acerca del nombre de Gruffi.
Varela, los nombres propios no se traducen al escribirlos, así que de la misma forma que no escribís gúguel o maiquel (er, bueno, mal ejemplo), debés escribir lo que suena «grofi» como Gruffi.
mala la huevada, si muy penca se necesita algo mucho mejor, no son nada la verdad.
hay que poner cosas mejores, en paginas de internet.
y si hay algun problema con mi comentario, agreguenme.
chao.