Ligué como un caballo

Me contaron unos amigos por sms que estaban viendo el partido de uruguay venezuela en un bar con unos venezolanos.
Yo estaba en casa, cansadito después de caminar todo el día por la ciudad con mi tía, la que mora en España y que estaba de paso por Munich con unas amigas.
Me decidí entonces mirarlo por internet, y en el entretiempo intenté conectarme.
Rápidamente me enteré que en Univisión pasan todos los partidos, pero solamente para USA.
Al toque enganché este sitio de proxys, donde pude conectarme a uno que me logró engañar a los yanquis y tener una buena transmisión televisiva, pero claro, con los comentaristas chicanos, que si bien le daban para adelante a Uruguay, no era lo mismo que escuchar al profe.
Entonces me conecté a el espectador, pero lógico, solamente usando el stream para winamp (usando el VLC) porque el servidor de RealPlayer está siempre lleno.

Y ta, me vi terrible segundo tiempo, y grité 3 goles.

lo del título.

chavez y las cucarachas uruguayas

Este trozo de cuplé(?) de la catalina, cuyo tema es la visita de Chávez a Uruguay tiene un éxito increíble en la comunidad de habla hispana de Munich (y por lo que me contaron, entre los antichavistas de Venezuela), en MP3 y ahora en youtube
Claro que no entienden mucho de qué va la murga, y más de uno se refiere a esto como «la canción de chaves por ‘las cucarachas’ de Uruguay«

Hopfen un Malz, Gott erhalt’s

Un poco como mea culpa viene a caer este post. Es que todavía no terminé de escribir lo que empecé sobre estambul, y no empecé algunas de las cosas que quiero escribir sobre grecia, y otra vez, sobre estambul. También hay alguna foto interesante, que prolly acompañe, o sea un post en si mismo.

Pero, lo que tiene estar acá es que pasa demasiada cosa. Y ayer estuve en Ried, un caserío a un par de kilómetros de Schrobenhausen, la autodenominada capital europea del Espárrago. Caminando una tarde de verano por campos de papa, maíz, trigo, cebada, y claro lúlpulo.

Y no llevé la cámara, así que esta vez tampoco puedo prometer cosas que no cumplo. Así que quédense con el cuento.
Los campos de lúpulo son muy simpáticos.

Monocle

Monocle me pareció una buena idea. Y sí, pagar los doce euros que cuesta, fue un poco comprarme el cliché de leer el primer número de una revista para la elite. Elite manifiestamente apuntada por sus editores (Focused on informing and entertaining an international audience of disillusioned readers, listeners and viewers, it is our intention to create a community of the most interested and interesting people in the world.) . Y confieso que llevarla en el tren, y dejarla sobre el escritorio del trabajo para que me pregunten por ella fue un pequeño placer snob.

El problema es que al leerla, ese snobismo dista bastante de ser pequeño. Porque Monocle es una revista Snob, por encima de cualquier otra característica que pueda presentar.
El mecanismo no es nuevo, hablar de pequeñas cosas cool desperdigadas por el planeta. Algo que hace sentir a los mortales -quienes no pueden experimentar esas sensaciones- como eso, gente simple, «uninteresting or uninterested».

Y todos sabemos que esa elite imaginaria no existe. Porque los pobres giles que tienen que vivir con el culo en un avión, llevan una vida bastante miserable, y normalmente no suelen disfrutar de la ciudad ideal Monocle, suponiendo claro que puedan pagar todos esos pequeños lujos. Pero es esa gente la que se supone lee la revista en sus viajes transoceánicos, con el útlimo pique para disfrutar de la estadía en su destino. Y tal vez sean ellos los que más necesitan que les digan en sus solitarias noches de hotel que son lo más cool del planeta.