Navidad blanca

Botellas plásticas de sidra sobrevuelan a la multitud, bajo un cielo por momentos gris, por momentos celeste. Su objetivo es un pibe montado sobre un quiosco de revistas, devenido en pedestal.
Por un instante me ciega un chorro de cerveza, producto de una escaramuza cercana, de las tantas de ese mediodia, previo a la navidad montevideana.
Todo el barrio huele a alcohol, desde varias cuadras puede uno saber que cerca de ahí hay many times 70 o 150 pesos regando el pavimento.

Me doy vuelta y veo varios vecinos refrescando a un grupo de gente con una manguera, más allá, con baldes y palanganas, la gente se los agradece con gritos de «feliz navidad«, a pesar de que ésta recién llegará, con lluvia y niebla, unas 8 horas más tarde.

Espontáneamente, de la nada, entre las sambas y los candombes que musicalizan la tarde, la juventud de la clase media alta de Montevideo, en uno de sus últimos días en la ciudad, antes de emigrar a Rocha, corea algo que escuchó en MTV, canta las notas que Jack White toca en su guitarra en Seven nation army. Y lo corea como sólo los rioplatense sabemos hacerlo, convertido en canto de hinchada, tal como si fueran las notas de «señor cobranza».

Unos minutos más tarde, bajo una bomba de agua, y bancándose el viento, la multitud arranca «pal toque de la vela», bailando solamente al ritmo de la canción de los White Stripes, porque las bandas de percusión resguardaron sus instrumentos de la lluvia. Esa peregrinación al Parque Rodó, ambientada con una música que todos conocen, aunque muchos no identifican su origen, es el preludio de dos días domingo consecutivos, fríos, lluviosos, llenos de tedio, en una navidad atípica. La esperanza del calor, la playa y el 31 en el mercado, es lo que levanta el ánimo de la ciudad.
La fiesta recién empieza.

Sin glamour

No se si es porque me estoy poniendo viejo, porque ésta ha sido la primavera más fría que yo recuerde, porque hace mucho que no piso un shopping center, o debido a las elecciones, pero estas «fiestas tradicionales», las del 2004, me saben más sosas que de costumbre.
Sin ninguna clase de glamour navideño.

Apelo a la participación de los lectores de este sitio, para que me abran (o cierren) los ojos a este respecto: ¿Son cosas mias, o a Ustedes les pasa lo mismo?

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