Estuvo todo el día gris. No se veía ni un color. Caía una llovizna cada tanto.
Estuve todo el día buscando las palabras adecuadas para poner en el mail. Otra vez en la misma. Cansado de escuchar a mis amigos quejarse y decirme que abandonara. Yo sabía que ya había sido suficiente. Pero la ilusión me cegaba, me nublaba la determinación, y este corazón obstinado parecía tener dominio absoluto sobre mí. 30 años y nunca había sentido así. Tenía que valer la pena.
Me fui a esa hora especial. Con la esperanza de encontrarla y que todo fuera soñado. Ya estábamos pasados de mail. Era bueno poder concretar el encuentro personalmente.
La casualidad generada, esa que tan increíblemente funcionó y me torturó en tantas oportunidades y en tantos distintos lugares durante los últimos meses, volvió a funcionar. El ascensor paró en el 7. Subiendo. Demoró varios segundos, y continuó hasta el 10. Ahí esperaba yo con Rock n’Roll de Led Zeppelin a todo trapo. La puerta se abrió y vi lo que yo ya sabía. Ella parada en el medio y algunas personas más. Dije hola, previo abatatamiento instantáneo. Bajé mirando el piso, marcando el paso con el pie. Sonriendo porque otra vez había funcionado. La conexión es indiscutible.
Abajo marqué la salida y salí. Pero ella se quedó adentro. Esperé. La noté nerviosa. Al fin decidió salir. Yo no oculté que la iba a encarar. Ella ya sabía. Antes que nada dijo algo que no entendí. Pero cortándome, con los ojos me pedía por favor que me fuera. Ahí no sé qué fue primero. Pero intenté mostrar la intención de vernos el fin de semana, cosa que ella sabía perfectamente que iba a hacer. Y repitió ahora más claro. «Me lleva mi jefe». Inmediatamente apareció él y yo terminé de entender la situación. Entonces, sintiéndome de la forma más estúpida de todas las veces que me sentí estúpido a su lado, dije bueno, hablamos después. Y me fui caminando bajo la lluvia.
Ahora veo el mar desde el D1 y mis lágrimas saben a sal. Terminó de oscurecer. Ya no llueve. La rambla se ve mojada. Los botes y el reflejo de las luces del puertito a través de la niebla forman una postal inolvidable. Johnny Cash me canta One en los oídos. Cómo duele.
Sigue esa detestable ilusión peleando por hacerse oír. Tal vez mañana me manda un mail. Disculpándose y pidiendo para verme. Pero esta vez tiene que ser definitivo. Tengo que despertarme. Tengo que quererme un poquito más.
no voy a caer en lo que se espera de mí en este mensaje, solo te voy decir que ese sabor a sal no fue en vano.
Wake up! wake up! wake up! wake up!
Wake up! wake up! wake up! wake up!
âEUR~how long? not long, âEUR~cause
What you reap is what you sow.âEUR~
yo hace tanto rato q vengo llorando en los omnibus, que tengo ganas de quererme
un poquito mas, con poco exito.-