No es novedad alguna que Berlín está en obras. Entre la mudanza del gobierno y el mundial, las máquinas están por todas partes. Se construyen cosas nuevas y se remodelan áreas completas. Como el hostel donde estoy, que en fija fue construido en la GDR pre-unificación y reciclado ahora. Así lo atestiguan los edificios de los alrededores y la fecha de habilitación de los ascensores.
La Potzdamerplatz es la autoproclamada zona modelo de lo que Berlín pretende ser. Una urbe cosmopolita, tecnificada y humana. Sin embargo, al observar los edificios de hace 20 años, como la torre-mirador o el ahora abandonado Palacio de la república, uno percibe en su ahora apagadísimo espíritu, las mismas aspiraciones de liderar la futura ciudad.
Ese arrojado liderazgo, háyase usado como guía o no, no pasa desapercibido ni en los viejos ni nuevos espacios urbanos y por tanto perpetúan la incesante transformación, recordándole a los Berlineses que siempre hay otra ciudad por construir.
debe ser extraño andar en una ciudad con tantas resurrecciones
exquito análisis. leí el post hace unos días y volví hoy a hacerlo tan solo para comprobar lo que me temía, es un exelente artículo de Geografía Urbana ¿yo te di para que leas algo de «Metamorfosis del espacio habitado» de ‘Milton Santos’?, lo recomiendo. ahi tambien pueden encontrar alguna combinación de profundidad crítica y poesía sobre estos temas.
Ya leeré a Milton, es algo que tengo pendiente hace un buen rato, pero algo de culpa tenés vos, Nico, por no haberme prestado ese libro.
Y si, es raro moverse entre esa maraña de pieles de serpiente abandonadas, sobre todo porque uno puede palpar que lo que ahora está reluciente, en breve será otra cicatriz.