Hace dos o tres días, un amigo me sugería juntarnos en un bar a tomar unas cervezas con dos portátiles y comunicarnos exclusivamente mediante chat, igual que en ese momento, cuando estábamos separados por unos kilómetros, usando el MSN Messenger, pero en un ambiente más agradable, y con cerveza.
Supongo que la propuesta estaba motivada, entre otras cosas, en el deseo de poder repetir o mejorar los intercambios que tenemos cuando estamos detrás de computadores y que por mil razones se ven distorsionados al cambiar el canal de comunicación.
Yo le respondí con una reflexión barata acerca de cómo el medio de comunicación condiciona el mensaje, a lo que se me contestó «el mensaje no es sin el medio, no es un condicionamiento sino parte, sacás?»
Hace mucho que este tema ocupa mis momentos de ocio intelectual, y como soy un obsesivo, seguí dándole vueltas al asunto, hasta que anoche, esperando el 468 me entregué definitivamente a la tarea de desgranar mis ideas, que ahora pongo en ordenadas palabras, una detrás de otra y con hipervínculos.
Es evidente que mi amigo tiene razón, el medio es parte del mensaje, pero esa participación del canal en la comunicación tiene varios componentes, que según el caso, influyen más o menos en el resultado final.
Por un lado está el hecho de la elección del canal para comunicar algo. Esa señal es parte del mensaje que se entrega, seamos conscientes de ello o no. Cualquiera sabe que hay noticias que no debieran darse por correo electrónico, o por teléfono y otras que más vale enviarlas por telegrama. De hecho, esa es la única razón de la existencia de los telegramas hoy en día. Y con esto quiero decir que el que recibe el mensaje, lo decodifica teniendo en cuenta el canal por el que la recibió, circunstancias estas cuando se dan frases como «mirá que poco le importo, por mail me dijo que no venía, cuando bien podría haberme llamado por teléfono».
Hay veces, incluso, en que la empaquetadura es lo más importante del hecho comunicativo. En este caso, por ejemplo, es claro que el comunicador, escogió una forma de transmitir estadísticas de juegos de Unreal Tournament que es bastante más valiosa que el contenido aparentemente sustancial del mensaje. Esto nos lleva inmediatamente a preguntarnos qué es lo que el autor realmente quería significar, ya que «cómo 25 bots se mantan entre ellos» resulta de una trivialidad tal que parece difícil de creer el esfuerzo invertido en comunicar solamente eso, «debe haber algo más», pensamos.
Y es precisamente en ese punto cuando se hace evidente que la elección del medio es crucial para el mensaje que se nos está transmitiendo. Cuando la misma información, en otro formato, dice cualquier otra cosa, en este caso, muy poco. El ejemplo que elegí (: )) es demasiado bueno para mi gusto, ya que el efecto que quiero ilustrar se pone realmente interesante cuando tanto la información como el mensaje (o sea, la información participando del hecho comunicativo) tienen valor por si mismos.
Pero hay otro elemento que me interesa analizar, y es el efecto que el canal tiene sobre la intención comunicacional. Hasta ahora hablábamos de la comunicación mirando simplemente el intercambio, sin tener en cuenta la dinámica que genera el interés por comunicar, en la que evidentemente el canal, en tanto parte del contexto que los interlocutores perciben, se encuentra involucrado en los procesos mentales de cada uno de ellos.
Yo no digo las mismas cosas en la playa, que por e-mail, simplemente porque no se me ocurren las mismas cosas, y no simplemente porque considere que el canal sea más o menos inapropiado para hacerlo.
Lo que me propuso mi amigo hace un par de días, es manipular el contexto «un bar tomando cervezas» para que se nos ocurran ciertas cosas que usualmente decimos cuando estamos chateando.
Este componente de la influencia del medio en la comunicación, debe tenerse en cuenta al escoger el canal para decir lo que queremos decir. No solamente por el efecto mencionado más arriba, sino porque el receptor va a decodificar el mensaje que le transmitimos inmerso en su propio contexto, del cual el canal escogido es parte.
Podemos elegir la vía de comunicación para condicionar la reacción de la otra persona, yendo más allá de enviar señales, e involucrándonos directamente en el proceso de decodificación de las mismas.
No solamente podemos, sino que cada vez más, es necesario que lo hagamos. Si antes una carta caía en el peor de los momentos, nosotros podíamos hacernos los desentendidos, y echarle la culpa de nuestra falta a la aridez del medio. Pero si mañana mando un sms que dice «te extraño» y no pregunté antes «¿dónde andás?» no puedo hacerme el pelotudo si le arruiné la noche a mi interlocutora. Sea esta o no la intención del mensaje.
El tema tiene unas cuantas facetas más. Sé que este análisis es incompleto y seguramente bastante superficial, pero ¿Cuál no lo es? Yo escojo, de todas (las) formas, decirles esto, en el blog, con la estética que este tiene ahora.
Espero que cuando le cambie el css a elAbra, eso no tenga un efecto devastador en el mensaje intento transmitir con el artículo.
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Igual el SMS que me mandáste no me arruinó la noche papu
El Raulo
dos comments dos:
tas pasadaso che;
veo ejemplos mil.
creo que para dar un paso suficientemente retro hare un intento de llamarlo a un telefono fijo, para saludarlo por el año nuevo. al fin y al cabo nos ibamos a ver en el concierto de la mala y no sucedio ¿ le parece ?
Recuerdo cuando en Filosofía de 5to me enseñaron eso de las partes de una comunicación. Dos de las cosas que me atrajeron son el concepto de «ruido» y el concepto de «contexto».
Está muy interesante el artículo; a veces perdemos la noción de la diferencia en el punto de vista que tenemos con nuestro interlocutor…. y ahora me acuerdo de una imagen que con mucho humor lo resume muy bien.
sii! este es un tema que me apasiona…y que también me tiene dando vueltas en la cabeza desde hace tiempo (a obsesiva me parece que no me ganás :) )
La verdad me han tocado varias conversaciones sa-la-das por medios no adecuados!
Además, mas allá de esos casos donde la noticia (por su magnitud), ameritan una comunicación «cara a cara» y a veces no lo hacemos (ya sea por comodidad, o por inconsciencia), me pasa con temas mucho más triviales, que me cuesta elegir el medio; pero por un tema de eficacia y eficiencia, dada la gran variedad de opciones que tenemos en la actualidad.
De todos modos, me parece que hoy tenemos suerte de contar con medios de comunicación como el chat, el mail y el sms, porque aportan (en muchos casos) intimidad a los interlocutores, que según las circunstancias puede ser muy útil, aunque a su vez tiene la característica de que por ser lenguaje escrito, es no perecedero (no podemos decirle al otro cuando dijimos algo de lo que nos arrepentimos «escuchaste mal» o rezar para que «el viento se lleve las palabras»).
Bueno, si sigo escribiendo todo lo que pienso acá, te voy a llenar la BD, así que lo seguimos charlando otro día, en la playa o por el msn, según nos pinte :)
Interesante en verdad las reflexiones sobre el canal.
Me da que pensar sobre mi experiencia pasada de incomunicación con un buen amigo/socio, cuando yo en un thread de gmail(que como canal es al menos para mi, relativamente novedoso cuando vengo de Outlook, por guardar los mensajes en forma de «conversación») logré hacer un chiste que mi interlocutor tomó como el agravio personal superlativo y final.
Es que entre nosotros la vía del mail es como una licuadora que despedaza el proceso de comunicación: significantes, significaciones, significados, connotaciones, denotaciones, piezas sueltas a reordenar basandonos en nuestras subjetividades que deconstruyen el mensaje haciendo un poema dadaista de un saludo cordial, o un gesto soez de sádica burla infantil de un simple smilie.
pero igual lo quiero, eh?
(no te mueras nunca, dogor!)