En 2005 dejé mi trabajo y me fui de viaje. Pasé por París y un par de meses más tarde compré en un kiosco de Manhattan una New Yorker. La compré por curiosidad. Había leído alguna cosa suelta linkeada por Kottke, a quien leía regularmente por aquel tiempo e inspiró este blog.
Recuerdo que a pesar de mis expectativas no le encontré mucha gracia. Los «Goings on about town» no estaban pensados para mi y los artículos eran densos como para leer en un parque. Yo no era el público objetivo de la revista en aquel entonces.
Guardé la copia de la revista entre muchos mementos y la terminé leyendo toda durante el resto del 2005. En algún lugar, sospecho que ya de vuelta en Montevideo, me topé en la página 56 con este texto de Adam Gopnik sobre París. Un texto que me hizo entender mucho más al París que había visitado hacía unos meses pero mucho más importante me hizo entender de qué se trataba la revista.
Hace unos días me enteré de que la tienda «La Samaritaine» reabrió sus puertas después de estar cerrada desde 2005 y en seguida me acordé del artículo, de París en 2005 y mi descubrimiento del periodismo y de la crítica cultural.
Releyendo el texto es fácil ver por qué me llamó tanto la atención: ese texto es ejemplar de un género nuevo para el Javier de 2005. Una mezcla de noticias, historia, opinión y crítica. Un artículo perfectamente representativo del estilo de la New Yorker contemporánea.
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