Cripto

El argumento fallido de los proponentes de la criptoilusión es creer que las normas son precursoras de las actividades sociales: si tan solo podemos sacar del medio a los organismos reguladores como bancos centrales (criptomonedas) y judiciales (criptocontratos) entonces todos seremos más libres y felices, saldrá chocolate de nuestras canillas.

Ese mismo argumento, sin embargo, es el que hará triunfar a al menos una parte de esta criptomanía. Las normas siguen a las sociedades. Si una masa crítica de gente poderosa adopta esta tecnología inane, su poder lo volverá norma: los inversores con plata en criptobienes van a defender su legitimidad de su valor con uñas y dientes.

Esta tecnología es innecesaria, dañina y reproductora del sistema injusto en el que vivimos. Por eso mismo va a volverse inevitable.